lunes, 4 de abril de 2011

DIOSES EXTRANJEROS


La absorción de deidades locales vecinas tuvo lugar a medida que el estado romano conquistaba el territorio vecino. Los romanos solían conceder a los dioses locales del territorio conquistado los mismos honores que a los dioses antiguos que habían sido considerados propios del estado romano. En muchas casos las recién adquiridas deidades eran invitadas formalmente a llevar su domicilio a nuevos santuarios en Roma. En 203 a. C., la figura de culto representativa de Cibeles fue retirada de Pesino (Frigia) y acogida ceremoniosamente en Roma. Además, el crecimiento de la ciudad atrajo a extranjeros, a los que se permitía continuar con la adoración a sus propios dioses. De esta forma llegó Mitra a Roma y su popularidad en las legiones extendió su culto hasta tan lejos como Bretaña. Además de Cástor y Pólux, los asentamientos conquistados en Italia parecen haber contribuido al panteón romano con Diana, Minerva, Hércules, Venus y otras deidades de menor rango, algunas de la cuales eran divinidades itálicas, procediendo otras originalmente de la cultura griega de Magna Grecia. Las deidades romanas importantes fueron finalmente identificadas con los más antropomórficos dioses y diosas griegos, y asumieron muchos de sus atributos y mitos

Dioses nativos romanos e itálicos



Las prácticas rituales romanas de los sacerdotes oficiales distinguían claramente dos clases de dioses: los di indigetes y los di novensides o novensiles. Los indigetes eran los dioses originales del estado romano (véase Di indigetes), y su nombre y naturaleza están indicados por los títulos de los sacerdotes más antiguos y por las fiestas fijas del calendario. Los novensides eran divinidades posteriores cuyos cultos fueron introducidos en la ciudad en el periodo histórico, normalmente en una fecha conocida y como respuesta a una crisis específica o necesidad percibida.
Las divinidades romanas primitivas incluían, además de los di indigetes, un montón de los llamados dioses especialistas cuyos nombres eran invocados al realizar diversas actividades, como la cosecha. Los fragmentos de los viejos rituales que acompañaban a estos actos como el arado o la siembra revelan que en cada parte del proceso se invocaba a una deidad diferente, estando el nombre de cada una de ellas derivado regularmente del verbo para la operación. Estas divinidades pueden ser agrupadas bajo el término general de dioses asistentes o auxiliares, que eran invocados junto con la deidades mayores. Los antiguos cultos romanos eran más un polidemonismo que un politeísmo: los conceptos que los adoradores tenían de los seres invocados consistían en poco más que sus nombres y funciones, y el numen o ‘poder’ del ser se manifestaba en formas altamente especializadas.

DIFERENCIAS ENTRE LA RELIGIÓN DE GRECIA Y DE ROMA



1-En Grecia las relaciones entre mitología y religión son bastante claras, como acabamos de señalar al referirnos a las justificaciones míticas de un rito o culto concreto. Los romanos concebían a sus dioses bajo un aspecto estrictamente funcional. Cada dios tenía y se definía por una función, no había como Grecia unas leyendas y unos mitos que variaban a los dioses a su capricho. La religión romana carece de mitos de dioses, de cosmología y de teología, sobre todo en sus divinidades genuinas como Faunus, Janus, Flora, Pomona, Ceres, Veturmnus, .... Ni siquiera los dioses más importantes y más activos, como la arcaica tríada arcaica de Júpiter, Marte, Quirino, son protagonistas de alguna aventura. Dioniso de Halicarnaso (2, 18-20) se admiraba de este hecho frente a sus costumbres griegas. Los ritos perduran perfectamente, y con más amplitud que en otras religiones, pero, a diferencia de Grecia, por ejemplo, se han perdido las justificaciones míticas o teológicas en que se apoyaban. La mitología romana es más bien histórica, ciudadana y política. La obra de Virgilio es un ejemplo de este compromiso.
2-A diferencia de la religión griega, los romanos sentían un gran temor ante el poder, numen, de las divinidades a las que invocaban, lo que les impedía forjar mitos escandalosos sobre ellas. Por ello en origen no tenían estatuas de dioses, ello vendría después por influencia etrusca y, sobre todo, griega. Representar a un dios en una imagen suponía atribuirle las características de los hombres, sus virtudes y sus vicios, es decir, desacralizaba a la divinidad. Los más antiguos numina romanos no tienen figura propia y pueden manifestarse bajo los aspectos más diversos, un animal, un árbol, una planta, una roca u objeto cualquiera. Incluso en los cultos más evolucionados conservó la huellas de los numina primitivos.
3- No había en Roma ni estatuas, ni jerarquías de dioses ni semidioses, ya que la frontera entre los dioses y los hombres estaba claramente delimitada. No hay dioses antropomórficos, sus dioses son espíritus que residen en todos los lugares en que el hombre ha de obrar [2]. No hay semidioses ni héroes, sino que están muy claras las fronteras entre dioses y hombres. En Grecia, en cambio es muy importante la función de los démones, como seres intermedios, en algunas prácticas
4- La religión romana es claramente política, en la que el Estado ejerce su dominio sobre ella a través de unos colegios sacerdotales, particularmente el de los Pontífices. Los dioses tenían un orden jerárquico y recibían su culto según los diferentes niveles de la sociedad: el culto público estaba dirigido por los magistrados supremos, el culto de las curiae y el culto dentro de la familia presidido por el paterfamilias. Otro ejemplo de este carácter político es el caso ya tardío de la divinización del emperador, que llegó a recibir culto como un auténtico dios.
5- La religión romana tenía un carácter práctico y jurídico, propio de un pueblo amante de las leyes. Como el romano se preocupaba de los dioses, éstos debían corresponderle a través de sus intereses personales y materiales. Los dioses son los dispensadores de todos los bienes y por ello se los busca y se los ama. Pero de ellos procede también el mal y por eso inspiran temor. En el fondo la religión romana es un contrato, concebida en términos jurídicos, un do ut des, facio ut facias. Con la religión se busca mantener en todo momento la concordia con los dioses, la pax deorum, “estar a bien” con ellos. Las relaciones entre el hombre y los dioses se manifiesta a través del cultu deorum en el que el ciudadano participa con pietas.
El espíritu práctico de la religión romana también explica el rechazo a la inspiración profética, que en Grecia estaba tan extendida a través fundamentalmente de la Pitia délfica. Las prácticas de adivinación son de interpretación semántica: los augures consultaban la voluntad de los dioses manifestada en el vuelo y canto de las aves, los relámpagos, ... Los harúspices, de origen etrusco, descifraban los designios divinos mediante el estudio de las entrañas de ciertos animales sacrificados e interpretaban los presagios ante cualquier hecho extraordinario. El colegio de los Quindecemviri sacris faciundis estaba encargado de consultar los Libros Sibilinos.
6- Por sus raíces agrarias y campesinas la religión romana es más es propensa a la superstición. La peculiar concepción de la religiosidad romana fomentó la existencia de supersticiones. La creencia en fantasmas, hombres-lobo, sortilegios mágicos y maldiciones estaba profundamente arraigada entre los romanos. Terribles desastres como las derrotas a manos de Aníbal y los cartagineses habían estado acompañados por sucesos extraños, como nos relata Tito Livio. Además de la observación de las entrañas de los animales sacrificados se fijaban en la presencia de ciertos animales cuando iban a realizar hechos importantes. Hay que con la creencia en la existencia de seres extraños y maléficos. Un buen arsenal de estas cuestiones se puede encontrar en las Cuestiones Romanas de Plutarco [3], que recogen ciento trece explicaciones de determinadas costumbres religiosas romanas, como la forma de rezar, el calendario, los adornos personales, la forma de poner la mesa, etc.

La mujer

A diferencia de los griegos, que tenían a sus mujeres en las casas y, si tenían tiempo libre, no lo pasaban en familia, los romanos sintieron un atractivo grande por la vida doméstica. La mujer aparece como compañera y cooperadora del hombre romano; está al lado de él en los banquetes, comparte con él la autoridad sobre los hijos y criados y participa también de la dignidad que tiene su marido en la vida pública. Pero esta libertad no impide que sea austera y reservada, especialmente en la época republicana; incluso en el banquete la mujer estaba sentada, no recostada, y no bebía vino sino mulsum (vino con miel); en cualquier caso, está siempre en un segundo plano y así no participa en la vida pública, en la política, en la literatura, ni puede ser cabeza de familia e incluso los nombres de oficios de la primera declinación son masculinos.
La educación femenina era prudentemente liberal. En la época infantil niños y niñas se criaban juntos; las escuelas elementales también eran mixtas. Terminados los estudios primarios, las chicas de buena familia continuaban instruyéndose privadamente en el conocimiento de la literatura latina y griega; al mismo tiempo aprendían a tocar la lira, a bailar y a cantar. Esta educación intelectual no impedía que la mujer hiciese determinadas labores: vigilaba y dirigía a las esclavas, atendía los trabajos más delicados, bordaba, etc.

Rituales funerarios

Los romanos practicaron, indistintamente, durante toda su historia, dos rituales de entierro o llamados también rituales funerarios: por inhumación o por incineración.
Los mitos griegos que presentaban a Hades (conocido también por Plutón) como el dios que ejercía el poder sobre los muertos en el mundo subterráneo eran conocidos por los romanos, pero sólo tardíamente serían asumidos por un pequeño sector de la oligarquía.
Los primitivos dioses Manes se mantuvieron hasta el afianzamiento del cristianismo como los dioses de ultratumba.
Los Manes eran las almas de los difuntos.
El temor a los dioses Manes se traducía en la dedicación de ofrendas anuales de flores, leche, vino y miel en las fiestas Parentalia del 21 de febrero.
Rituales parecidos tenían ocasión durante el Novenarium que seguía a todos los entierros.
Existía la creencia que los días de mediados del mes de mayo era un tiempo en el que los fantasmas de los muertos se hallaban especialmente insatisfechos.
El padre de familia, las noches del 9, 11 y 13 de mayo, tenía que recorrer la casa pronunciando conjuros para ahuyentarlos.

Las fiestas religiosas

El calendario religioso romano reflejaba la hospitalidad de Roma ante los cultos y divinidades de los territorios conquistados. Originalmente eran pocas las festividades religiosas estrictamente romanas.
Algunas de las más antiguas sobrevivieron hasta finales de el imperio pagano, preservando la memoria de la fertilidad y los ritos propiciatorios de un primitivo pueblo agrícola.
A pesar de ello, se introdujeron nuevas fiestas que señalaron la asimilación de los nuevos dioses.
Llegaron a incorporarse tantas fiestas que los días festivos eran más numerosos que los laborables.

Fiestas saturnales: Bajo el Imperio, las saturnales se celebraban durante siete días, del 17 al 23 de diciembre, durante el periodo en el que empieza el solsticio de invierno. Toda la actividad económica dejaba de funcionar, los esclavos recuperaban momentáneamente su libertad, había intercambio de regalos y se respiraba por todas partes un ambiente de alegría.

Fiestas lupercales: Era una antigua fiesta en la que originariamente se honraba a Luperco, un dios pastoral de los itálicos. La fiesta se celebraba el 15 de febrero en la cueva de Lupercal en el monte Palatino, donde se suponía que una loba había amamantado a los legendarios fundadores de Roma, los gemelos Rómulo y Remo.

Fiestas equiria: Festival en honor de Marte, se celebraba el 27 de febrero y el 14 de marzo, tradicionalmente la época del año en la que se preparaban nuevas campañas militares.
En el Campo de Marte se hacían carreras de caballos, elemento que definía la celebración.

Fiestas de los juegos seculares: Durante estos Juegos se realizaban tanto espectáculos atléticos como sacrificios. La tradición decía que se tenían que celebrar una vez cada saeculum (siglo), para señalar el comienzo de uno nuevo, pero en realidad se hacían más.

sábado, 26 de marzo de 2011

Practica De Rituales


Las prácticas rituales romanas de los sacerdotes oficiales distinguían claramente dos clases de dioses: los di indigetes y los di novensides o novensiles. Los indigetes eran los dioses originales del estado romano (véase Di indigetes), y su nombre y naturaleza están indicados por los títulos de los sacerdotes más antiguos y por las fiestas fijas del calendario. Los novensides eran divinidades posteriores cuyos cultos fueron introducidos en la ciudad en el periodo histórico, normalmente en una fecha conocida y como respuesta a una crisis específica o necesidad percibida.
Las divinidades romanas primitivas incluían, además de los di indigetes, un montón de los llamados dioses especialistas cuyos nombres eran invocados al realizar diversas actividades, como la cosecha. Los fragmentos de los viejos rituales que acompañaban a estos actos como el arado o la siembra revelan que en cada parte del proceso se invocaba a una deidad diferente, estando el nombre de cada una de ellas derivado regularmente del verbo para la operación. Estas divinidades pueden ser agrupadas bajo el término general de dioses asistentes o auxiliares, que eran invocados junto con las deidades mayores. Los antiguos cultos romanos eran más un polidemonismo que un politeísmo: los conceptos que los adoradores tenían de los seres invocados consistían en poco más que sus nombres y funciones, y el numen o ‘poder’ del ser se manifestaba en formas altamente especializadas.

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Dar a conocer un poco sobre Roma como era su Mitología y tratar de ke todos kedemos claros y entendidos para poder debatir y argumentar sobre este gran tema...